En este capítulo, verá objetivos de tiro al blanco como el de arriba. Haga clic en estos objectivos para proceder.
Charles Darwin comentó una vez que
"O tiene alguna razón para hacerlo", agregó Mark Twain más delante.
Esta observación afirma el retrato bíblico de la caída del hombre, ya que si el hombre es inmoral, también reconoce la vergüenza de esto.
Estamos en conflicto con nuestra corrupción; las huellas de la imagen de Dios que permanecen dentro de nosotros gimen por los pecados que hemos cometido. El rostro sonrojado puede ser el reflejo más fiel de nuestra realidad actual:
En esencia, es un alejamiento de Dios; sus muchos frutos causan daño y destrucción a nosotros y a los más cercanos a nosotros.
Sin embargo, debido a que no estamos dispuestos a sonrojarnos, se nos ocurren muchas formas de
Si afirmamos que no tenemos pecado,
nos engañamos a nosotros mismos
y no tenemos la verdad.
Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros.
1 JUAN 1:8-10
Como dice la Biblia en 1 Juan 1: 8-10, sutilmente "afirmamos que no temenor pecado".
Usamos una amplia gama de estrategias diseñadas para minimizar, negar, descartar, excusar, culpar, embellecer y / o racionalizar todo, excepto admitir nuestro pecado.
A menudo, este estado de insensibilidad a nuestra pecaminosidad se logra en completa pasividad, simplemente no pensamos en ello.
Rara vez practicamos la autorreflexión, seguimos siendo extraños a nosotros mismos, de modo que cuando Dios llama a los pecadores, respondemos con,
Podemos sentirnos tentados a eludir la verdad de nuestra pecaminosidad, pensando que tal admisión solo puede conducir a una sensación de abatimiento.
Sin embargo, al esconder nuestra pecaminosidad debajo de la alfombra, terminamos en dejar pasar noticias sorprendentes de Dios:
Aunque vivimos en una cultura empeñada en negar, normalizar o incluso hacer glamoroso el pecado, esta sensación resiliente de que hay algo fundamentalmente malo e incluso corrupto dentro de cada uno de nosotros no debe ser reprimida. Cualquier persona que busque la autocomprensión debe comenzar con
Irónicamente, el reconocimiento de la pecaminosidad de uno mismo puede ser más difícil para aquellos quienes se consideran como
El estar acostumbrados a compararnos sólo externamente, podemos llegar a creer con facilidad que mientras mantengamos un registro limpio ante los ojos de los demás, podemos estar libres de ser eitquetados como "pecadores".
La afirmación bíblica de la pecaminosidad humana se oye
Durante el tiempo de Jesús había un grupo de élites religiosos llamados fariseos que tenían un problema muy similar. Eran
y en cumplir con todas las reglas. Así que tenían dificultad en verse como parte de la invitación que Jesús había hecho que todos los pecadores vinieran a él
En respuesta a ellos, Jesús dijo que la verdadera fuente de impureza no depende de lo exterior sino de lo que
"Lo que sale de la persona es lo que la contamina. Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, el engaño, el libertinaje, la envidia, la calumnia, la arrogancia y la necedad. Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona."
Jesús señaló al corazón. Esa es la pregunta que nos debemos hacer:
Si es que de alguna manera los demás supieran nuestras verdaderas motivaciones, pensamientos y acciones secretas, probablemente no hubiéramos de tener dificultad en sentirnos culpables de nuestra pecaminosidad.
Resulta entonces que nuestra "dificultad" para aceptar nuestra identidad como pecadores es una farsa que sólo puede durar tanto como nuestro corazón pecador permanezca desconocido ante los demás.
Pero Dios, que nos conoce perfectamente, nos dice que
Por eso la Biblia caracteriza a la humanidad en tales términos inequívocos.
Aunque podamos sentir vergüenza ante esta descripción de nuestro corazón, es una imagen dolorosamente verdadera de nosotros mismos.
En Romanos Capítulo 3, leemos estas palabras:
Así está escrito: "No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios.Todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno;
Generalmente nos las arreglamos para mantener una imagen decente en presencia de otros, pero
Justo debajo de la fachada de cortesía, ¿cuántos de nosotros realmente nos preocupamos por alguien que no sea nosotros mismos?
Incluso en medio de una conversación con nuestros amigos, ¿qué tan frecuentes son nuestros pensamientos solo sobre nosotros mismos?
Envidiamos a nuestros amigos más cercanos y no podemos regocijarnos de su buena suerte. Detrás del interés fingido en otras personas, nos preguntamos:
¿Cuán de acuerdo está usted con la evaluación Bíblica de la humanidad que "todos han pecado"?
Para leer más, puede encontrar una versión en PDF del Capítulo Cuatro aquí.
Aquí hay tres historias de cómo algunas personas llegaron a ver la verdad de su pecado.